sábado, 12 de julio de 2014
Lily Collins, la nueva reina de la comedia romántica
Viéndola aterrizar en la azotea de un edificio de Hollywood para una sesión fotográfica de envergadura -posará en exclusiva para YO DONA- nadie diría que lo que ha perseguido con más ahínco en la vida es el arte del histrión. A sus 25 años, Lily Collins tiene el entusiasmo de una niña con zapatos nuevos ante la posibilidad de pasar el día probándose un buen puñado de vestidos y maquillándose.
La moda, como el periodismo en su momento, también son lo suyo, parte de una versatilidad que la ha convertido en embajadora de Lancôme y protagonista de la saga Cazadores de sombras al mismo tiempo. También es hija de Jill Tavelman y del músico Phil Collins, un aspecto del que no reniega en absoluto pero en el que jamás ha querido escudarse al escalar la pirámide del éxito. Cree tener lo necesario para llegar lejos en esta carrera de fondo, y con eso basta. Es, sin duda, una gran estrella de la pantalla en ciernes, una mujer que comenzó su andadura junto a Sandra Bullock en Un sueño posible, en 2009, y que el próximo octubre estrenará en Estados Unidos Love, Rosie, una comedia romántica junto a Sam Claflin.
En tu perfil de Wikipedia figuras como actriz y modelo, aunque también reflejas tu pasión por el periodismo. ¿Qué querías ser de pequeña?
Cuando estaba creciendo en Inglaterra deseaba ser muchas cosas: bailarina, abogada... Con 16 años empecé a decantarme por el periodismo, escribiendo para televisión y un buen número de publicaciones. Era algo divertido porque no había mucha gente joven buscando un ángulo nuevo. Fue antes de que llegaran las redes sociales.
Ahora, en cambio, lo tuyo pasa más por protegerte de lo que puedan decir los medios, sabedora de la presión que aguantaron tus padres durante su divorcio.
Creo que hago un buen trabajo a ese respecto, el de volar bajo el radar. Solía ser bastante contraria a las redes sociales pero ahora me encanta Instagram. Me gusta compartir mi vida con fotos; es una forma de mantenerme conectada con mis seguidores. Pero al mismo tiempo elijo lo que saco a la luz porque los medios se pueden inventar muchas historias. Ver a mis padres lidiando con eso me ayudó mucho.
No hablas de tu vida personal, pero ¿podrías confesarnos tus trucos de belleza más íntimos?
(Risas). Cuando no estoy trabajando, menos es más. Generalmente me maquillan mucho en los rodajes, lo que es bastante agresivo para la piel, por lo que a diario prefiero ser discreta. Soy una ferviente defensora de lavarse la cara cada noche para desmaquillarse. Me parece terrible no hacerlo.
¿Qué te ha enseñado tu papel de embajadora en una firma tan emblemática como Lancôme?
Me ha ayudado a aprender sobre el cuidado de la piel, a llevar siempre protección solar, a hidratarme y a cubrir algunas manchas con lo justo. ¡Me gusta enseñar mis pecas!
¿Y en cuestiones de dieta, dónde te sitúas para mantener la línea?
Vivir en Los Ángeles es una ventaja porque hay una gran variedad de comida sana. Crecí en la campiña inglesa y, cuando vuelvo, no me resisto a comer ciertas cosas, como galletas, pero si tuviera que elegir un estilo culinario me inclino por el vegano.
¿Te obsesiona el peso?
No. Es un juego complicado el de estar sano y cuidar lo que comes, pero con eso basta. He tenido la suerte de crecer probando todo tipo de cosas y cada vez soy más experimental con la gastronomía.
¿Qué me dices de las compras? ¿Eres alguien a quien tener cerca a la hora de darse una vuelta por las mejores tiendas del mundo?
Me gusta mucho, sobre todo compro cosas antiguas, tanto ropa como muebles. Adoro la sensación de la caza, de descubrir objetos que nadie ha visto antes. Pero no es algo que haga con frecuencia, sino cuando surge. Londres es un lugar perfecto para eso.
¿Te preocupa que te sorprendan por la calle, en Hollywood, sin maquillaje?
Para nada. No estoy acostumbrada a la idea de que me fotografíen al salir de un lugar... No crecí con esa clase de atención. Fui a la universidad durante unos años y no me seguían todos los días, y ahora tampoco es que sufra un acoso constante. Sí doy importancia a mi aspecto en las alfombras rojas o en sesiones de fotos, pero solo por tratarse de ocasiones especiales. En el día a día soy una chica muy normal y no pienso invertir tiempo en eso. Hay que saber usar el maquillaje en su justa medida.
¿Te sientes acosada de alguna forma por parte de los medios de comunicación?
Para nada. No estoy en una etapa en la que esa presión me esté afectando ni marcando mi vida diaria en absoluto.
¿No tendrá que ver con el hecho de haber conseguido destacar por méritos propios y no por ser la hija de Phil Collins?
He hecho un esfuerzo muy consciente para no apoyarme en mi padre. Y no es que reniegue de él, todo lo contrario, le adoro y nos mantenemos muy cercanos. De hecho es mi mejor amigo, pero no quería que fuera un factor de peso en mi carrera. Quiero sentir que lo que tengo me lo he ganado y que nadie pueda acusarme de haber llegado lejos gracias a él. Creo que hubiera sido muy fácil hacerlo y preferí no seguir ese camino.
Pero alguna vez habrás tirado de influencias, aunque solo fuera por impresionar a tus amigos...
Nunca lo hice, ni siquiera en mi etapa en el instituto. Recuerdo que me decían que usara el nombre de mi padre para entrar en fiestas y jamás quise hacerlo. Estoy limpia en ese sentido.
¿Cómo fue tener en casa a semejante estrella?
Recuerdo que me leía cuentos por las noches y que le encantaba imitar distintas voces para los personajes. Eso me ayudó en parte a querer actuar. Es un tipo divertido, con un gran sentido del humor. Y me ha enseñado mucho sobre ser creativo y saber hacer autocrítica. Me ayudó a distanciarme de mi trabajo para juzgar lo que hago desde una perspectiva equilibrada y objetiva.
En alguna entrevista has achacado ese nivel de exigencia a tu madre.
Siempre he sido mi más ferviente crítica. No creo que sea por la presión impuesta por mis padres, sino por mi propio instinto de superación y porque me considero una persona apasionada.
¿Has llegado a hacerte daño por esa presión?
Hay que saber decir basta. Si el trabajo ya está hecho y has puesto todo tu esfuerzo, es bueno dejarlo descansar y sentirte satisfecha para no herirte con tanta presión. Todo viene de una fuente de emoción y pasión. Pero no hay que perder la perspectiva.
Hablando de cine, ¿podrías arrojar algo de luz sobre la segunda parte de la saga 'Los cazadores de sombras'?
Esa es la pregunta del millón, pero la verdad es que no tengo ni idea de si habrá o no una segunda parte. Este negocio funciona de forma tan misteriosa que es difícil predecir el futuro de una película. Hay demasiada política alrededor, por lo que es necesario ser paciente y dejarse llevar. He rodado dos películas desde entonces y estoy contenta con los proyectos que estoy abordando.
¿Cómo te ves a ti misma como actriz?
Creo que estoy creciendo mucho como mujer y como actriz. He aprendido más en los últimos cinco meses que durante el resto de mi carrera. Acabo de terminar el rodaje de una película que he sentido como una especie de escuela de cine. Estoy en esto para largo. Por eso quiero centrarme en conseguir proyectos interesantes. Es lo más gratificante que te puede pasar.
¿Crees que tienes lo que hace falta para conseguir un Oscar?
(Suspira antes de contestar). Nunca lo había pensado de esa forma, pero claro que una estatuilla sería un sueño... Pondré la mejor actitud positiva posible ahí fuera, en el universo, porque creo que al final alguien te escucha.
¿Y en la moda, hasta dónde quieres llegar?
Estoy tan fascinada por el hecho de conocer a fotógrafos y diseñadores que cada vez me siento más atraída por este mundo. Crecí con la pasión por vestirme de maneras diferentes y eso no ha muerto. Tengo 25 años y estoy constantemente evolucionando, sin límites dentro de este campo.
Ya que has aceptado trabajar para una revista española, ¿con qué te quedarías de nuestro país?
Podría decir que con la comida, porque es lo evidente, pero me quedo con la gente, que me parece muy cálida. Creo que es una cultura en la que no hacer nada en determinados momentos está bien, es decir, en la que te puedes parar a pensar. No siempre hay que andar corriendo, como hacemos en Estados Unidos.
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